El otoño asoma la nariz, y en menos de lo que canta un gallo habremos cambiado los vestidos vaporosos y las sandalias por unos tejanos, mangas largas y botines. Y los paseos cerca del mar, las sobremesas interminables y las siestas, por las prisas y las obligaciones del día a día. Algunos suertudos afrontan con ilusión la vuelta a la rutina. Otros, necesitan un par de semanas para asumir que lo bueno se ha acabado, y agonizan ante el ordenador y en el metro o en el autobús, víctimas del síndrome vacacional. Si eres de éstos últimos, en este post nos hemos propuesto echarte un cable para hacerlo más llevadero. Te proponemos unos cuantos consejos que, aunque no te alegrarán tanto como la perspectiva de unas vacaciones a la vuelta de la esquina, te ayudarán a asumir la realidad con más optimismo.
- Pégate unos bailoteos. Dale al play a las canciones que te ponen de buen humor y déjate llevar por el ritmo de la música. Canta, baila, salta. Pocas cosas hay más energizantes y, a la vez, liberadoras de energía negativa, que una inyección de ritmo en el cuerpo. Además, quemarás calorías y, al hacer ejercicio, tu cuerpo generará endorfinas, por lo que te sentirás mejor.
- Cállate, cerebro. Casi la mitad del tiempo que estamos despiertos, nuestra mente divaga, es decir, en lugar de centrarse en el momento presente, piensa en el pasado o en el futuro. ¿Quién no ha pensado en el trabajo que tiene que hacer mientras toma el desayuno o está bajo la ducha? Hacerlo no sólo no es productivo, sino que te estresará aún más y te impedirá disfrutar de los pequeños placeres cotidianos.
- Piensa en positivo. En lugar de dejarte llevar por el pesimismo, busca los aspectos que te agradan del hecho de reincorporarte al trabajo o a los estudios, como reencontrarte con algunos compañeros o poner en marcha proyectos y actividades que te motiven.
- Rodéate de gente que te de buenas vibraciones. Invita a cenar a aquella amiga que te arranca una sonrisa, sal a tomar el café con el colega que siempre saca temas de conversación interesantes, organiza planes divertidos con la gente que te sube el ánimo.
- Refúgiate en el arte, y si transmite buen rollo, mejor aún. Elige libros, series o películas que cuenten historias inspiradoras, positivas, que te transmitan esperanza y bienestar. Y si te atreves, crea tú también.
- Mímate, ya sea preparándote un buen desayuno o el tupper para comer en el trabajo, dándote un baño caliente con sales al llegar a casa o arreglándote para salir de casa como un pincel.
- Valora las cosas positivas que tienes. Aunque parezca mentira, dar las gracias por lo bueno que se tiene contribuye a subir el ánimo y relativizar lo que nos disgusta.
- Párate y observa lo que te rodea. No corras, respira y mira a tu alrededor, y disfruta de los pequeños placeres de la vida y que el ajetreo a menudo convierte en invisibles, como el cantar de los pájaros, el olor del pan recién hecho, la luz del atardecer o el primer sorbo de una cerveza bien fresquita.
- Date un baño verde. Según afirman los científicos, pasear un rato por un bosque maduro tiene efectos terapéuticos y contribuye positivamente al bienestar físico, psíquico y emocional de las personas.
- Un abrazo lo cura todo. El calor humano tiene un efecto terapéutico indiscutible: según parece, un abrazo sincero provoca la secreción de oxitocina, una hormona que nos ayuda a relajarnos y a paliar la ansiedad.
- Sonríe. Cuando todo parece negativo, sonreír es la manera más fácil de elevar el espíritu. Y si quieres que tu sonrisa sea aún más efectiva, dedícasela a alguien.