Al moler los cereales obtenemos sus harinas, que nos facilitan el consumo y nos abren todo un mundo de posibilidades gastronómicas. En cada cereal encontramos unas propiedades nutricionales y culinarias únicas, que transmiten a sus harinas.
Los cereales crudos son indigestos y nuestro aparato digestivo no está preparado para utilizar sus nutrientes de un modo adecuado. Por eso, hace ya varios miles de años, el desarrollo de la molienda y la obtención de las harinas supuso toda una revolución nutricional y gastronómica, porque nos permitió aprovechar lo mejor de los cereales transformándolos en panes, pasta e incluso en tentadores dulces y bollos.
Las harinas son versátiles, fáciles de utilizar en la cocina y es preferibles elegirlas de origen biológico para garantizar que no tengan pesticidas ni herbicidas
Mejor integral
Las harinas integrales son más nutritivas porque conservan todos los nutrientes del cereal, por tanto son más ricas en vitaminas, minerales, ácidos grasos y fibra. Dependiendo de su composición, cada harina puede ser más apta para unas elaboraciones culinarias u otras.
La harina de trigo
Es la más utilizada y una de las harinas más ricas en proteínas. Contienen gluten y si proviene de cereales integrales, también aporta buenas cantidades de fibra, vitamina y minerales.
La harina de trigo es la más usada para elaborar panes y bollería, ya que durante su amasado, el gluten se hidrata y forma una malla que facilita que se formen burbujas de aire, consiguiendo que las masas queden esponjosas y ligeras.
La harina de espelta
Tiene unas propiedades nutricionales y culinarias muy parecidas a las de la harina de trigo, ya que de hecho, la espelta es un tipo de trigo muy antiguo que se ha mantenido casi inalterado desde la antigüedad.
La harina de espelta es una de las harinas con mayor sabor y con un aroma que recuerda a campo y a comida de pueblo. Es perfecta para preparar panes y bollería casera.
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La harina de avena
Para obtener su harina, antes de moler los granos de avena se han de tostar ligeramente. Es una de las harinas que aporta mayor porcentaje de lípidos y proteínas, por lo que su sabor es muy agradable y sabroso.
La harina de avena tiene poco gluten, pero puede utilizarse combinada con harina de trigo para preparar panes y brioches, o sola para elaborar bizcochos, rebozar alimentos, espesar salsas, cremas y papillas.
La harina de maíz
Es una de las harinas más digestivas que hay, ya que contienen pocas proteínas y lípidos. Además no contiene gluten, pero sí buenas cantidades de minerales, vitamina E y carotenos.
La harina de maíz es muy adecuada para preparar crepes, tortitas y espesar salsas y cremas. Combinándola con una harina con gluten, aporta a las recetas un sabor dulce muy agradable, que recuerda un poco a las palomitas.
La harina de arroz
Es una de las harinas con menor contenido de lípidos, proteínas y fibra, y además posee un tipo de almidón de fácil digestión y no tiene gluten. Todo eso hace de la harina de arroz una de las de más fácil digestión. Además su sabor es muy suave y ligero, perfecta para quienes tienen estómagos delicados.
La harina de arroz es estupenda para espesar salsas y cremas, así como para preparar papillas. Y si se combina con una harina con gluten, también se puede utilizar en repostería para elaborar galletas, bizcochos y otros dulces sin fermentación.
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