Nuestro sistema inmune nos protege y previene que bacterias, virus, hongos y otros patógenos pueden dañarnos. Pero para que esté en forma y funcione bien debemos alimentarnos bien, ya que una deficiencia en algún nutriente puede debilitarlo y facilitar la entrada de cualquier patógeno.
De los nutrientes que necesita nuestro sistema inmune para funcionar adecuadamente destacan las vitaminas, y de ellas 3 que son especialmente necesarias: vitamina C, vitamina E y vitamina A.
Vitamina C contra el resfriado
El ácido ascórbico o vitamina C es la vitamina más famosa en cuanto a defendernos de gripes y resfriados se refiere ya que parece ser que refuerza nuestras defensas tanto para prevenir infecciones respiratorias como para ayudarnos a curarnos más rápidamente. Y es que la vitamina C, además de defendernos de los radicales libres que se forman en los procesos infecciosos, también estimula el funcionamiento de neutrófilos y macrófagos, dos tipos de células que forman parte del sistema inmune.
La vitamina C la encontramos en los vegetales, y aunque podría parecer que es una vitamina fácil de conseguir, en los países occidentales es la cuarta vitamina en el ranking de deficiencias en vitamina. Esta falta de vitamina se podría deber a varios factores combinados, como el no seguir una dieta pobre en frutas y verduras crudas, estar más expuestos a contaminación o seguir un estilo de vida que nos hagan tener más necesidad de esta vitamina antioxidante: ser fumadores, hacer deporte, ser mayores, haber sufrido una infección recientemente, etc.
En estos casos lo óptimo es revisar nuestra dieta y asegurarnos de tomar al menos un plato de verdura cruda al día y una o dos piezas de fruta, y también podemos recurrir a suplementos de vitamina C natural.
La vitamina C pierde su actividad con el calor o la exposición a la luz, por eso puede ser útil recurrir a suplementos para que puedan reforzar nuestro sistema inmune.
Vitamina A refuerza nuestras barreras
Una de las vitaminas liposolubles más estudiadas, la vitamina A es esencial para reforzar nuestras mucosas, que son las primeras barreras que nos defienden de los agentes externos. Además esta vitamina también nutre nuestro sistema inmune ayudando a que se formen bien los anticuerpos que atacarán a las bacterias y mejora la función de las células que forman el sistema inmune: linfocitos T, B y NK (natural killer o linfocitos asesinos), monocitos, macrófagos y linfocitos.
La vitamina A la encontramos en alimentos grasos de origen animal como los lácteos enteros. También podemos formar internamente vitamina A a partir de los carotenos, unas sustancias pigmentadas que además son antioxidantes y que encontramos en frutas y verduras de color naranja o verde oscuro como las zanahorias, calabazas, naranjas o espinacas, y en algas como la kelp o el fucus.
Algunos estudios sugieren que los suplementos de vitaminas pueden disminuir el riesgo de infecciones y enfermedades crónicas asociadas a un pobre funcionamiento del sistema inmune.
Vitamina E antioxidante
Gran protectora de nuestras células y mucosas, la vitamina E es una vitamina liposoluble con un gran poder antioxidante que ayuda a protegernos de los radicales libres que están relacionados con la aparición del cáncer y la progresión de la aterosclerosis y las enfermedades cardiovasculares.
A nivel inmunitario, la vitamina E se ha visto que mejora el funcionamiento tanto de las células inmunitarias como de los anticuerpos, sobre todo a medida que nos hacemos más mayores.
La vitamina E la encontramos en los aceites vegetales y es especialmente rica en el aceite de germen de trigo.
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