En la vorágine en la que vivimos, parar a comer a veces es todo un lujo. Pero la calidad de los alimentos así como el efecto que producen en nuestro interior, también dependen del tiempo que le dedicamos a comer, a preparar los alimentos, y al tiempo que ha sido necesario para producirlos, en esos tres pilares se basa el slow food.
Creado por el sociólogo Carlo Petrini, el movimiento Slow food nació en Italia como una respuesta al fast food y en la actualidad se ha expandido a decenas de países. Se trata de una opción alimentaria que se basa en educar y aprender a valorar los sabores auténticos, apoyar a los pequeños productores y desarrollar la biodiversidad autóctona.
Come con calma
Recordemos que comer no es solo un acto de nutrición, sino que comer es un acto de disfrute, un momento para poner en pausa las obligaciones e incluso una oportunidad para encontrarnos con nosotros mismos.
Por eso el movimiento slow food nos invita a comer despacio, disfrutar de los sabores y del momento que acompaña a la comida. Pero estos beneficios nos son solo gustativos. Está demostrado que comer deprisa y en una situación estresante favorece las malas digestiones, mientras que hacerlo más lenta tiene beneficios como:
- Ayudar a la digestión y al equilibrio dietético, reduciendo situaciones de pesadez, indigestión, gases, acidez, etc.
- Controlar el peso, ya que favorecemos la saciedad y comemos menos.
- Cuidar los dientes, al hacer menos presión con los mismos.
Recuperar los sabores tradicionales, cuidar los sistemas de producción ancestrales y el bienestar físico y digestivo, son algunas de las premisas del movimiento slow food.
Con el sabor de siempre
Las prisas, los alimentos prefabricados y la falta de culturilla culinaria están favoreciendo que se pierdan muchos sabores, sabores que han disfrutado nuestros abuelos y que muchos ya no paladeamos.
Para contrarrestar esa pérdida este movimiento aboga por recuperar técnicas culinarias más antiguas como los guisos, estofados, caldos y sopas, incluso con el uso de los menajes culinarios de antes, pero sobre todo defiende el buscar alimentos de origen ecológico, de proximidad o producidos por pequeños fabricantes, para de ese modo además de apoyar al medioambiente y conseguir ingredientes con sabores más genuinos.
Proteger la biodiversidad
El medioambiente también cuenta, y mucho, dentro del movimiento slow food, por solo un medioambiente sano nos podrá ofrecer alimentos saludables. Esta es la razón de que se busquen alimentos de origen bio que tengan el menor impacto medioambiental posible, no usen pesticidas ni sustancias artificiales en su obtención.
Apostar por la agricultura y ganadería ecológicas son bases fundamentales del movimiento slow food.
Y siempre procurando que la acción humana sobre el medioambiente no provoque alteraciones en la flora y la fauna, ni propicie por supuesto la pérdida de biodiversidad, por lo que la toma de medidas globales basadas en el desarrollo sostenible es fundamental.
Así que te proponemos que ahora que sabes todo lo bueno que tiene el comer lentamente lo pongas en práctica con recetas ricas, saciantes, saludables, bio y que te nutran en mente y cuerpo.
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